viernes, 16 de septiembre de 2016

El ambiente de la milonga

Más de una vez he oido decir a gente que el tango le gusta, que ha tomado algunas classe, pero que luego ha dejado el tango porque no le gustaba el ambiente de la milonga. Es un sentir, es respetable. Y además, creo que lo entiendo.

Intentando dar una explicación a este sentir, se me ocurre que quizás estas personas simplemente van con unas expectativas determinadas y luego se decepcionan. Lo sé porque creo que a todos nos ha pasado alguna vez, fuera y dentro de la milonga.

¿De qué  expectativas hablamos? Pues me imagino que las mismas que tengo yo cuando viajo lejos de casa, gasto tiempo, dinero y energía, y luego me quedo en la milonga viendo cómo bailan los demás porque allí no me conocen, y tampoco me invitan a bailar, o lo hacen todos aquellos con los que nadie quiere bailar... ni yo tampoco.

No cabe duda de que el tango engancha. Y no lo hace como cualquier otro baile, sino de forma especial: porque el tango abraza, conecta, comparte sensaciones, y conversa sin palabras en el idioma universal. El tango hace que los miedos, las preocupaciones, la soledad, el ayer, el mañana, y todo aquello que altera, simplemente desaparezca durante unos mágicos minutos. Es algo así como una meditación musical, una cura para el alma de los que nos dejamos abrazar, y de los que miramos a los ojos, a veces incluso a los de un extraño.

Es por esa razón que como el tango nos da tanto, esperamos tanto del lugar donde se baila. Pero la milonga está llena de personas, que por una parte buscan lo mismo que nosotros, pero por otro lado, también tienen sus miedos y sus costumbres.

Además, no todo el mundo va a la milonga a bailar con todo el mundo y a charlar con todos (socializar) y/o probar nuevos abrazos, sino que hay gente que va a juntarse con amigos y relacionarse con ellos, como lo haría en un bar, bailando y charlando solo con ellos. Otra gente va solo a buscar el subidón, esas endorfinas que le produce el baile, como una droga: busca solo bailar, pero no con cualquiera, no de cualquier manera, solo disfrutando. Y aquí está la cuestión espinosa ya que bien sea por nivel técnico al bailar, por conexión, o por compatibilidad de energía, no todo el mundo disfruta con todo el mundo bailando. Y la verdad es que duele sentir que esa persona que en realidad a ti te hace disfrutar muchísimo, no quiere bailar contigo... porque el sentimiento no es compartido. En el amor es igual, y en otros aspectos de la vida, también. En la milonga no siempre obtenemos lo que queremos, en la vida tampoco, y es cuestión de madurez el asumirlo.

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